miércoles, 26 de marzo de 2008

EN LA PLAYA DE JAPÓN

En nuestro segundo viaje, aprovechando que era en Agosto, planificamos unos días para estar en la playa. A mi me hubiese gustado poder ir también a una playa "indoor" pero a la hora de elegir ganó el método tradicional. No teníamos muy claro cual era la mejor zona del país para poder disfrutar de las playas, después de investigar un poco, lo que mejor se ajustaba a lo que estábamos buscando era la península de Izu. Además nos quedaba de camino de vuelta ya que volvíamos de Hiroshima hacia Tokio, que es donde pasaríamos los últimos cuatro días antes de volver a casa.
Fuimos en tren bala (shinkansen) hasta Atami y de allí en un tren un tanto raro (
raro en la disposición de los asientos ya que estaban situados de manera paralela a la ventana, en plan mirador) hasta Usami. El lugar era muy tranquilo, nada de ruido y lo curioso es que en todo el pueblo había un hilo musical como con música hawaiana, nos chocó mucho. Nos instalamos en nuestro hotel (el cual reservamos por Internet y no estaba mal, un poco más modesto y antiguo que el resto, pero tenía onsen). Las habitaciones que nos tocaron tenían unas vistas preciosas al mar. Lo malo fue que la playa que estaba al lado del hotel era muy pequeña y no había nadie. También vimos una red que delimitaba la zona de baño. Al volver al hotel nos dijeron que se habían visto tres tiburones de más de tres metros cerca de la playa y sólo habían podido pescar uno, que los otros dos aún seguían cerca, de hecho vimos dos helicópteros buscando a los tiburones.
Nos recomendaron ir a la playa de Orange Beach en Ito, que estaba a una parada de tren de nuestro destino y eso hicimos, de hecho el resto de días fuimos allí. La playa estaba mucho mejor cuidada y se notaba que era una zona turística, había puestos de comida, bebida, ropa, flotadores...etc. La experiencia fue muy agradable y nuestros cuerpos agradecieron los días de descanso y aprovechamos para coger fuerzas para la recta final en Tokio.
La última sorpresa que nos esperaba fue que encontramos un pequeño bar/restaurante (izakaya) en Ito en el que no cabían más de 10 personas. Estábamos muertos de hambre y después de mucho andar sin rumbo fijo decidimos entrar en el pequeño establecimiento tradicional, ¡qué acierto!. Se trataba de un negocio familiar, allí trabajaba la madre y los hijos y de hecho era la parte baja de la vivienda que estaba habilitada como local. Nos trataron de maravilla, el hijo (Kentaro) había tenido un pequeño accidente en moto y no podía trabajar pero hablaba un poco de inglés y nos hizo de interprete, la hija (Yuko) y la madre (la llamábamos mamá en japonés: "Kachan") eran las que se encargaban de todo. Comimos de todo, recuerdo especialmente el yakisoba y las brochetas de pollo. El resto de noches repetimos en el mismo sitio.
Ahora, como una imagen vale más que mil palabras, ahí van unas cuantas fotos:

Vistas desde la habitación (Usami beach).

Nuestra habitación.

Amaneciendo (noche de calor e insomnio).

Orange Beach I.

Orange Beach II.

Kentaro y Yuko con un gaijin.

Yuko y Kachan con las manos en la masa.

En breve: "Comiendo como el tío tenazas en Japón"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El primero que vaya a Japón y ponga una tienda de sillas se hace de oro ;-)
Saludico nen y a ver cuando vuelves del lecho del dolor.

Anónimo dijo...

Japón, japoneses y japonesadas: http://en.wikipedia.org/wiki/Hiroo_Onoda
Saludico!

Anónimo dijo...

Que recuerdos!!!!! me parece ayer cuando fuimos y disfrutamos de ese maravilloso Pais!!!! a ver si volvemos pronto, que estoy Deseando!!!!!!